Josep Maria lleva unos diez años engordando pollos. Después de escuchar como un vecino le decía que bien se había ganado siempre la vida con ello, se decidió a indagar un poco para también ganarse el pan con ello. Como todo aquel que empieza buscó consejo entre profesionales. Y después de ver algunas granjas y preguntar aquí y allá levantó su nave, a la que más tarde seguiría otra.
Prefirió el sistema de nave cerrada, como confirma el hecho que repitiera. Si bien éstas requieren una inversión inicial mayor y a algunos les parecen más complicadas de manejo, el hecho es que permiten un mayor control del ambiente en el que viven los pollos. Más control sumado a un manejo fino conllevan seguro mejores resultados, si hay que lidiar con la genética que se gasta hoy.
Así, junto a una nave para guardar maquinaria diversa con la que laboran campos propios y ajenos, se alzan dos naves muy parecidas. Ambas son de 15×100 metros, y las dos presentan techos altos comparados con lo que suele verse. Pues dice que así lo tiene más fácil para entrar la maquinaria cuando llega el momento de la limpieza.
Una esta construida con sándwich de fibrocemento, la más antigua, mientras que la última prefirió construirla con sándwich de plancha, siempre priorizando el mejor aislamiento. Y desde fuera no puede adivinarse mucho más, salvo por los sistemas de refrigeración en cooling a un lado, y los calefactores y intercambiadores de calor al otro, ambos indicativos de su preocupación por el control ambiental.
Una vez dentro el aspecto de todo toma matices futuristas:
Paredes lisas y impolutas, como el techo, y unos 30000 pollos perfectamente relajados bajo una luz azul y verde.
Es importante destacar que las luces monocromáticas han demostrado ser muy interesantes para la producción avícola (tanto de huevos como de carne), puesto que aseguran mejores productividades además de ahorrar electricidad, si se usan bombillas de bajo consumo.
Pero después de este primer impacto, Josep Maria nos señala los pequeños detalles que le ayudan a tener unos buenos rendimientos: las entradas de aire, que no ventanas pues estamos en una nave cerrada, se abren a ras de techo. Así se evitan turbulencias y la caída prematura del aire (antes que se caliente) sobre los pollos.
Pero de lo que realmente está orgulloso Josep Maria es de su última adquisición de COPILOT System:
Los 4 recuperadores de calor que tiene en cada nave, que tan poco deben haber gustado a la compañía del gas. Como todos los grandes inventos, se basan en una idea simple pero efectiva:
Aprovechar el calor del aire que se saca de la nave para ventilar para calentar el aire frío que entra de fuera.
De esta forma se consigue mucho: sacamos aire viciado, húmedo y caliente para entrar aire limpio, seco y templado.
¿Cómo? Pues mediante un panel de gran superficie que realiza este intercambio sin contacto directo del aire: el aire caliente de dentro que va saliendo transfiere su calor al aire frío que entra, lo cual a su vez provoca la condensación del agua que gotea por fuera evidenciando la gran cantidad de humedad que sale de la nave. La ventajas del sistema son varias:
Primero está el ahorro energético. Con los intercambiadores podemos mantener las ventanas cerradas hasta por lo menos el día 10 de engorde (hasta el 15 en algunos casos), puesto que estos garantizan una suficiente renovación del aire a la vez que minimizan las pérdidas de calor. Si se considera que cada intercambiador sólo consume 210 watt x hora, se entiende que se puedan tener ahorros del 35% del gasto en calefacción.
Pero la cosa no se detiene aquí, puesto que al introducir el aire nuevo de fuera este absorbe el exceso de humedad de dentro de la nave. Así se mantiene la cama seca más tiempo y en consecuencia se reducen los problemas sanitarios. Todo ello sin la contrapartida que puede tener meter aire frío dentro de la nave, que podría caer sobre los pollos estropeando el ambiente cálido que tanto nos ha costado conseguir. Lo cual también podría ser causa de más problemas sanitarios.
Además, estos intercambiadores no tienen porque funcionar manualmente, sino que mediante un controlador pueden integrarse en el sistema global de control ambiental. Podemos fijar a qué intervalos y qué intercambiadores tienen que encenderse para no sobreventilar. E incluso puede regularse su funcionamiento con el ordenador de control ambiental.
Cuatro líneas de pienso y cinco de agua (con recuperador para no mojar la cama) alimentan a 30.000 pollos separados por sexo.
Con un buen control ambiental se tienen menos problemas sanitarios y mejores índices de conversión,
de forma que tanto su integradora de toda la vida como el mismo se tán contentos con los resultados. Quizás él más, con el ahorro que consigue con los intercambiadores COPILOT system.